Aunque el tiempo pintaba mal, nos fuimos hacia el sur de Marruecos a intentar subir el pico Toubkal (4.167m), la montaña más alta del norte de África, perteneciente al Atlas.
Necesitábamos dos días para hacer cumbre, uno para llegar al refugio y otro para la cumbre y la bajada. El día de llegada la nieve y la lluvia no era la apropiada para intentar la subida al refugio, así que apañamos alojamiento en la ciudad de Imlil donde conocimos a otros grupos que querían hacer cumbre también.
Con la esperanza de poder subir nos despertamos a la mañana siguiente, pero de nuevo la niebla y la nieve impedían que el camino hasta el refugio puediera hacerse sin peligro, y sobretodo, que luego la nieve estuviera en condiciones a más altura. Así que en ese momento ya decidimos que nuestro objetivo tendría que esperar para otra ocasión. Pero la zona acompañaba a realizar otros trekkings a baja altura y disfrutar de los valles y montañas que se formaban alrededor del pueblo de Imlil, y eso hicimos, dos días en los que pateamos los alrededores y disfrutamos del alojamiento y la comida típica de aquella zona.
Así que como la montaña es la que manda, con muchas ganas volveremos de nuevo al lugar a intentarlo.
Necesitábamos dos días para hacer cumbre, uno para llegar al refugio y otro para la cumbre y la bajada. El día de llegada la nieve y la lluvia no era la apropiada para intentar la subida al refugio, así que apañamos alojamiento en la ciudad de Imlil donde conocimos a otros grupos que querían hacer cumbre también.
Con la esperanza de poder subir nos despertamos a la mañana siguiente, pero de nuevo la niebla y la nieve impedían que el camino hasta el refugio puediera hacerse sin peligro, y sobretodo, que luego la nieve estuviera en condiciones a más altura. Así que en ese momento ya decidimos que nuestro objetivo tendría que esperar para otra ocasión. Pero la zona acompañaba a realizar otros trekkings a baja altura y disfrutar de los valles y montañas que se formaban alrededor del pueblo de Imlil, y eso hicimos, dos días en los que pateamos los alrededores y disfrutamos del alojamiento y la comida típica de aquella zona.
Así que como la montaña es la que manda, con muchas ganas volveremos de nuevo al lugar a intentarlo.